Edurne Maiz, Elena Urdaneta, Xavier Allirot
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La neofobia alimentaria infantil se asocia normalmente a un menor consumo de frutas y verduras, y esto último se relaciona con una dieta menos saludable. Se han llevado a cabo diferentes tipos de programas con el objetivo de reducir la neofobia alimentaria y aumentar así la ingesta de frutas y verduras en la infancia. Entre ellos, los de educación sensorial han mostrado su eficacia. Por otro lado, los diversos programas nutricionales que incluyen actividades de huerto y preparación de alimentos se utilizan con el mismo fin. No obstante, la heterogeneidad de los programas y de sus evaluaciones dificultan llegar a conclusiones sólidas sobre su efectividad.Se han llevado a cabo diversos estudios experimentales para determinar el efecto de cada una de las etapas de la preparación de alimentos por separado: la elección de la receta, la compra de los alimentos, su cocinado y su emplatado. Si bien los resultados son prometedores, es necesario realizar estudios en entornos reales para validar dichos experimentos. Un ejemplo es el proyecto EgizuSUK, llevado a cabo en el ámbito escolar y que engloba diferentes sesiones que trabajan las etapas del proceso de alimentación y cuyos resultados, comparados con un grupo control, parecen estar en línea con los estudios experimentales.Finalmente, y con el objetivo de promover una alimentación saludable en la población infantil, se considera necesario que los programas incluyan elementos de educación nutricional y educación sensorial, así como de habilidades culinarias. Además, tener en cuenta el entorno escolar y el contexto familiar es clave para el adecuado desarrollo de dichos programas.
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